Granada en llamas
El IV Congreso del Partido Comunista de España, celebrado en Sevilla en marzo de 1932, suponía una reflexión sobre el nuevo momento abierto desde abril de 1931 con la “revolución democrático-burguesa” y la búsqueda de una posición adecuada a un momento de tanta complejidad, donde el conflicto social estallaba de manera clara, y la burguesía en el Gobierno respondía con la represión como principal instrumento. Había que avanzar desde las posturas minoritarias defendidas hasta el momento, hacia la conversión del Partido en un verdadero instrumento al servicio de la clase trabajadora del país, una organización que estaba creciendo de forma paulatina y pasaba de cerca de un millar de militantes en abril de 1931, a 11.874 reconocidos en el proceso congresual y hacia finales de 1932 oscilaría entre los 12-15.000 afiliados
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