Políticas reaccionarias y respuestas revolucionarias. Granada 1934
La conflictividad en el ámbito laboral fue incrementándose, de manera muy especial con la entrada de la derecha en el poder tras las elecciones de 1933 y el inicio de las medidas reaccionarias de los gobiernos radicalcedistas que iban contra los logros conseguidos en el bienio progresista. Es en este momento donde la política de “frente único” impulsada por el PCE desde la llegada de José Díaz a la Secretaría General, y siguiendo las directrices de la Tercera Internacional, toma más fuerza en la lucha entre dos bloques cada vez más cristalizados. Junto a la estrategia política unitaria se plantea una táctica de conflicto que tiene en la huelga agraria de junio de 1934 y en la insurrección de octubre sus dos máximas expresiones. La huelga campesina terminó con más de 7.000 detenidos y 13 muertos. Una parte importante de la estructura de las organizaciones obreras quedaba debilitada por las detenciones producidas, lo que las situaba en una posición de debilidad de cara a la insurrección de octubre. Un octubre donde las fuerzas políticas y sindicales obreras declaraban la huelga general revolucionaria, con un éxito desigual, es sólo en Asturias donde se consolida el movimiento revolucionario que será aplastado a sangre y fuego por el gobierno radical-cedista de la República, enviando al mando del general Francisco Franco las tropas del protectorado marroquí (regulares indígenas y la Legión). Se multiplicaron los encarcelamientos de los dirigentes de las organizaciones políticas obreras y sindicales por todo el Estado, pero nacía ahora con fuerza esa necesidad de la unidad política de la izquierda para hacer frente a una derecha fascistizada que estaba dispuesta a retener el poder político en sus manos al precio que fuera. En los últimos meses de 1935 se fraguaría definitivamente la creación del Frente Popular
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